Obesidad

La obesidad: un asunto psicosocial (I)

La obesidad es uno de los problemas de mayor gravedad del siglo XXI. Los estudios epidemiológicos de obesidad revelan que el número de personas aquejadas de exceso de peso es cada vez mayor, sobretodo en aquellos países de estatus económico bajo y medio-bajo, y más en zonas urbanas1.

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¿Cuándo podemos hablar de obesidad? Podemos hablar de obesidad cuando hay un exceso de peso corporal a expensas del tejido adiposo. Quizá pueda parecer obvia esta definición pero ayuda a diferenciar a las personas con obesidad de aquellas que, pese a una mayor corpulencia, no entrarían en tal consideración. Desde un punto de vista práctico, la obesidad puede estimarse a partir del conocido índice de masa corporal (IMC), que es la relación entre el peso (en kilogramos) dividido por el cuadrado de la altura (en metros). Un IMC entre 18,5 y 24,9 se considera dentro de los parámetros de normalidad, entre 25 y 29.9 sobrepeso, y mayor o igual a 30, obesidad.

La prevalencia de la obesidad en España es del 13,9%. Por otro lado, la prevalencia del exceso de peso es del 12,4% (en conjunto, un 26,3% de la población). La obesidad es más frecuente en varones (15,6%) que en mujeres (12%) y, respecto a la edad, la mayor prevalencia se encuentra entre los 6 y 13 años2. Las causas de la obesidad son multifactoriales, y normalmente se inicia durante la infancia y la adolescencia. En la actualidad, representa uno de los problemas de salud pública más importantes y crecientes en ámbito infanto-juvenil2. De ahí la importancia de abordar esta problemática desde diversos ámbitos, desde el médico y el psicológico, hasta el social.

Las personas con obesidad sufren prejuicios. Se refieren a ellos con apelativos despectivos y, de forma evidente, esto afecta a la persona de negativamente, no sólo a nivel personal sino también en la manera de relacionarse con los demás, actuando de forma más introvertida o reservada. Ante este rechazo que la mayoría lleva experimentado desde edades tempranas, es probable que uno sienta impotencia3. Esta situación va minando a la persona que, en consecuencia, crea una «barrera» protectora basada en la reclusión emocional. De ahí la importancia de no mimetizarse con el entorno, sino empezar progresivamente a expresarse. Es decir, empezar a actuar según las propias necesidades y poder expresar los derechos respetando los de los demás.

Con todo, el ideal dicta que la tolerancia y el respeto evitasen estas situaciones pero, sin embargo, es imposible negar que se producen. Así, es imperativo prevenir el dolor psicológico mediante una intervención precoz y preventiva por profesionales adecuados (dietistas, nutricionistas y/o psicólogos), puede ayudar a tener una mejor calidad de vida presente y futura.


1. Edman, J.L., Yates, A., Aruguete, M.S. y DeBord, K.A (2005). Negative emotion and disordered eating among obese college students. Eating Behaviours, 6(4), 308-317.

2. Aranceta, J., Pérez C., Serra L., Ribas, L., Quiles, J. Vioque, J., Froze y Grupo Colaborativo Español para el estudio en la obesidad (2003). Prevalencia de la Obesidad en España: Estudio SEE-DO’2000. Medicina Clínica, 120(16), 608-612.

3. Magallares, A., Morales, J.F. y Rubio, M. (2011).The effect of work discrimination on the well-being of obese people. International Journal of Psychology and Psichogical Therapy, 11(2), 255-267.

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