¿Cómo gestionar las emociones en las comidas navideñas? 4 propuestas prácticas
En la mesa de Navidad hay mucho más que comida: puede haber nostalgia, ilusión, expectativa, tristeza… conversaciones animadas así como fricciones, discusiones o reclamos.
Las emociones están servidas, y a veces es difícil gestionarlas.
Si a todo ello sumamos el intento de control sobre la comida, el querer evitar “comer de más”, y el miedo a acabar estas fechas con un aumento de peso, es normal que las navidades acaben abrumando, generando agobio y preocupación.
Vivir unas navidades desde la calma y la ilusión te puede parecer un sueño. Una utopía, tal vez.
Sin embargo, si quieres conseguirlo, si te gustaría que estas navidades (y las siguientes) sean diferentes, en este artículo te dejo cuatro propuestas para comenzar a disfrutarlas.
Con una mirada tranquila, algo más permisiva contigo misma, y dispuesta a poner límites hacia todo ello que NO quieres en tu Navidad (ni en tu vida).
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1- Comprender tus sensaciones de hambre y tus emociones
La comida tiene que ver con las emociones, y eso no es necesariamente algo malo.
En fechas como las navidades, ciertos platos nos pueden trasladar a la infancia, a la casa de nuestros abuelos o a momentos que compartimos en familia.
El hambre emocional nos puede hacer experimentar emociones agradables y gratificantes. No hay nada de malo en ello.
Ahora bien, cuando el hambre va más allá de la necesidad fisiológica de comer, cuando nos aferramos a la comida como la única vía para gestionar emociones que no expresamos, es cuando hablamos de un hambre emocional problemático.
Por ejemplo, ante una situación que te incomoda, callar lo que sientes, lo que piensas, y en lugar de ello, comer.
En este caso, estamos ante un hambre emocional que no es sano, porque no te hace bien.
¿Mi propuesta para gestionar las emociones en las comidas navideñas? Por una parte, comer atenta, sin prisas, sin presión, poniendo atención a ti y a tus emociones.
Si en Navidad esto te resulta muy difícil, te traigo una propuesta práctica, que podrás aplicar en el momento del pica pica y de los postres / turrones / pastas.
Y consiste en lo siguiente: observa lo que hay en la mesa, observa tus sensaciones de hambre, y sírvete tranquilamente en tu plato lo que tú quieras comer.
A partir de allí, disfruta de cada bocado, con tranquilidad y gratitud por tener esta comida en tu plato.
¿Y qué hacer ante situaciones incómodas? Ahora lo veremos, en los siguientes puntos.
2 - Gestionar las relaciones forzadas y tesituras incómodas
Tomar consciencia de las emociones desagradables forma parte de nuestro propio proceso de superación y crecimiento personal. Para gestionar las emociones en las comidas navideñas, primero, tienes que conocer qué emociones sientes. Sí, también cuando son desagradables.
Cuando te sientes en medio de un lugar en el que no deseas estar, en una conversación
que te incomoda o en una propuesta que te quita la paz interior, es el momento de poner en práctica el decir NO.
Y es que diciendo que NO te pones en el centro, te respetas y te conviertes en tu propia prioridad.
¿Cuándo decir NO? Ejemplos
Puedes decidir que NO siempre que lo sientas. Cada NO puede ser personal. Por ejemplo:
- NO sentarte junto a esa persona con quien estás incómoda en la mesa. Siéntate con quien estés más tranquila.
- NO a reírte de bromas que no te parecen divertidas.
- NO a comprar regalos que no vayan en línea con tus valores.
- NO a comer cierto plato o beber cierta bebida por compromiso, porque es lo que todos hacen, porque te insisten: “¿En serio no quieres un poco de…?”. NO, muchas gracias.
Decir NO es cuidarte. Es una manera de construir relaciones más sanas (sí, aún si son forzadas), de poner claridad y foco en tus necesidades.
Es cierto que implica un trabajo interno de escucha, de reconocer tus límites y de respetarlos.
Y, a la vez, es una manera de empoderarte para comunicar ese NO y superar tus miedos, trabajando la confianza.
Ahora bien, decir NO no tiene por qué significar crear un conflicto. Puedes poner tus límites con asertividad, como en el ejemplo que veremos a continuación.
3 - Practicar la asertividad ante comentarios inoportunos
Los comentarios inoportunos, hirientes o incómodos pueden ser uno de esos momentos en los que es más difícil gestionar las emociones en las comidas navideñas (o en cualquier momento), y entonces aparecen conductas automáticas o aprendidas.
Es posible que te sientas mal al escucharlos, y que tu respuesta automática sea callar esas emociones de incomodidad y buscar refugio en otras cosas, como en la comida.
En el momento suele ser difícil encontrar una nueva manera de actuar, por eso, en este artículo te quiero dar algunas propuestas para responder con asertividad.
Es decir, expresando tus emociones, pensamientos y necesidades de forma adecuada, sin herir ni ofender los sentimientos de los demás y, a la vez, teniendo en cuenta los tuyos propios.
Ejemplo de respuestas asertivas
Vamos a verlo con un ejemplo. Imaginemos que, en una comida navideña, tu hermano / hermana/ cuñada / cuñado, comenta:
Cada vez que voy a cuidar a Papá/ a mi suegro un rato, ella parece que está con prisas por irse, ¡como si quisiera salir disparada por la puerta!
Cuando la realidad es que, si bien disfrutas del tiempo cuidando a tu padre los domingos, también tienes niños/ pareja/ amigos con quienes quieres disfrutar de ese día. O quizás es el día que tienes tiempo libre para hacer el deporte que más te gusta, ir a visitar museos o ir al cine con tus amigas. Y tu hermano/ hermana/ cuñada/ cuñado, siempre se retrasa cuando es su turno de cuidar a tu padre también. Lo que hace que tú llegues tarde a esa otra actividad que es importante para ti.
Ante un comentario así, te podrá ayudar, primero, respirar. Y luego, poner en práctica la asertividad. Por ejemplo:
Cuando sea posible, empezar y acabar la conversación en un tono positivo. Puedes intentar ponerte en el lugar del otro y tratar de sentir simpatía por él/ ella:
“Espero que no te lo tomes a mal, en general estoy muy contenta de cómo nos organizamos juntos para cuidar a papá… Pero quisiera que llegases a la hora que hemos quedado”.
Evita hacer acusaciones, dirigiendo la crítica a la conducta y no a la persona. Y pide, simplemente, un cambio de conducta específico. Un cambio pequeño, observable y realista, como es “quisiera que llegases a la hora que hemos quedado”.
Por otra parte, es importante estar dispuesto a escuchar el punto de vista de la otra persona. Puedes volver a respirar hondo, al oírle decir algo como:
“Tú sabes que no he podido evitarlo. ¡Cómo eres! No será para tanto”.
Y responder nuevamente con asertividad, diciendo:
“Sí, ya lo sé. No es que sea grave. Pero me gustaría que trataras de ser puntual. Me sienta mal que llegues tarde. Quizá podrías tener en cuenta esto que te digo. No quisiera que te lo tomases como algo personal”.
Esto es solo un ejemplo. La asertividad es algo que requiere empatía contigo misma, conocer qué sientes, para poder expresarte, también, desde la empatía hacia la otra persona. Es uno de los temas que trabajamos en terapia, al abordar la dificultad para poner límites.
4 - Soltar la mentalidad dieta, ver más allá de la comida
Tomar consciencia de las emociones desagradables forma parte de nuestro propio proceso de superación y crecimiento personal. Para gestionar las emociones en las comidas navideñas, primero, tienes que conocer qué emociones sientes. Sí, también cuando son desagradables.
Cuando te sientes en medio de un lugar en el que no deseas estar, en una conversación
que te incomoda o en una propuesta que te quita la paz interior, es el momento de poner en práctica el decir NO.
Y es que diciendo que NO te pones en el centro, te respetas y te conviertes en tu propia prioridad.
Ejemplo #1: Tras una comida copiosa, no cenar
Propuesta: Realmente, no tienes por qué dejar de cenar después de una comida, ni hacer un ayuno antes. Lo que puedes hacer, es anticiparte y organizar tus desayunos y tus cenas de esos días.
Por ejemplo, puedes dejarte una cena rica y saludable preparada en casa para los días que tengas comidas navideñas, así como asegurarte de que tendrás la compra hecha para prepararte el desayuno en los días festivos.
Ejemplo #2: Hacer deporte excesivo estos días para “compensar” el “exceso de calorías
Propuestas: ¿Lo que quieres compensar es el exceso de calorías, o la falta de tiempo para ti?
Te propongo que pienses en actividades que te nutran a nivel emocional, ya sea porque te den paz o porque te resulten divertidas.
Navidad puede ser momento de jugar, de desplegar la creatividad en casa: con la decoración, al poner la mesa…
También puede ser una ocasión perfecta para dar un paseo tranquilo, levantarte pronto y leer ese libro que te apetece…
Y, si tienes ganas, por supuesto que puedes hacer deporte. Pero no para compensar calorías, sino porque es una actividad que te nutre y te genera bienestar.
Ejemplo #3: Controlar la ingesta durante las comidas, al nivel que no disfrutas nada, porque solo estás pendiente de lo que te llevas al plato
Propuesta: No te prohibas, porque te estarás prohibiendo de disfrutar también. Puedes intentar comer con atención, tal como te decía en el primer punto. Pero, especialmente, date permiso: para disfrutar, para jugar, para reír, para darte a ti misma caricias emocionales positivas.
Sobre la mesa hay muchos ingredientes invisibles. Están los que pueden hacer daño. Pero, también, hay muchos otros que nos nutren a nivel emocional: el compartir, la escucha, la asertividad, el humor, el juego… Te animo a poner tu atención en todo ello también.
En resumen: normalizar, naturalizar, permitir
Me gustaría cerrar este artículo con una idea que tiene que ver con todas las anteriores, y es la de ser más permisiva contigo misma.
Estas son fechas en las que hay abundancia de comida y de emociones sobre la mesa. Te animo a que te permitas escucharte, ¿qué sientes? ¿Cómo estás?
Siempre desde la consciencia, desde aceptar tu propia manera de ser, y de comprender lo que te sucede, lo que sientes.
Tener empatía contigo misma te facilitará tener empatía hacia los demás también. Y, si tienes que poner un límite, hacerlo desde el amor y el respeto, tanto hacia ti, como a la otra persona.
Te animo a que te permitas, también, disfrutar de estos días, desde la calma, apreciando la invisibilidad cotidiana de cada uno de ellos. Es decir, todas esas pequeñas cosas que pueden asombrarte, nutrirte y hacerte feliz, si les pones atención. Te dejo a ti identificar cuáles son.