Hábitos alimentarios e inteligencia emocional
Las emociones juegan un papel importante en nuestras vidas. En los últimos años se han publicado un gran número de artículos científicos sobre las emociones en general y la Inteligencia Emocional en particular. Por ejemplo, Mayer y Salovey1 idearon un modelo de Inteligencia Emocional formado por cuatro habilidades emocionales: percepción y expresión emocional, facilitación emocional, comprensión emocional y regulación emocional. Estas habilidades emocionales se organizan de forma jerárquica, desde los procesos psicológicos básicos hasta los procesos más complejos, entendiendo que no se puede adquirir un nivel superior hasta que no se haya adquirido el anterior.
En base a este modelo se ha comprobado cómo algunos déficits emocionales pueden ser factores de vulnerabilidad para el desarrollo y el mantenimiento de ciertas patologías como la ansiedad2 y 3, depresión4 y los trastornos de la conducta alimentaria5, entre otros.
En lo que atañe a los trastornos de la alimentación se ha visto que hay relación entre la mala gestión de las emociones y una mala alimentación. Por ejemplo la tristeza, ansiedad o irritación, al no ser expresadas de forma adecuada, es decir, actuando de forma impulsiva, descontrolada o excesivamente controlada; dichas emociones pueden expresarse en forma de insatisfacción con el propio cuerpo, provocando a su vez una baja autoestima6 y 7. Es por ello que personas con dificultades emocionales puede manifestar problemas con la alimentación y desarrollar conductas alimentarias desadaptativas como el hambre voraz o la inhibición de la ingesta8 y 9.
Es evidente que la alimentación es una necesidad básica y como tal, enarbola una serie de conductas y rituales que condicionan nuestro día a día. Con todo, no son pocas las veces que obviamos lo fundamental de averiguar cuál es el significado que se esconde detrás de la ingesta alimentaria. Más aun cuando se ha comprobado que dicha ingesta, y las conductas y rituales asociados, tienen mucha más relación con las emociones y creencias personales que no con el hecho de introducir nutrientes en nuestro organismo. La combinación de ambos trabajos, tanto las habilidades emocionales como la alimentación son la combinación perfecta para conseguir unos hábitos alimentarios adecuados, una dieta sana y equilibrada y, en definitiva, bienestar personal.
Es por todo lo expuesto que desde Idou Psicología abogamos por el trabajo conjunto en inteligencia emocional y hábitos alimentarios, en lo que llamamos Programa Alimentario Emocional (PAE). Os podéis informar en nuestro apartado de servicios o contactando con nosotros.
1. Mayer, J. D., y Salovey, P. (1997). What is Emotional Intelligence?. En P. Salovey y D. Sluyter (Eds.). Emotional Development and Emotional Intelligence: Implications for Educators (pp. 3-31). New York: Basic Books.
2. Lizeretti, N. P. y Extremera, N. (2011). Emotional intelligence and clinical symptoms in outpatients with generalized anxiety disorder (GAD). Psychiatry Quarterly, 82, 253-260.
3. Lizeretti, N. P. y Rodríguez, A. (2012). Inteligencia emocional percibida en pacientes diagnosticados de trastorno de pánico con agorafobia. Ansiedad y Estrés, 18(1), 1-90.
4. Downey, L., Johnston, P., Hansen, K., Schembri, R., Stough, C., Tuckwell, V., et al. (2008). The relationship between emotional intelligence and depression in a clinical sample. The European Journal of Psychiatry, 22(2), 93-98.
5. Markey, M. y Vander Wal, J. (2007). The role of emotional intelligence and negative effect in bulimic symptomatology. Comprehensive Psychiatry, 48(5), 458-464.
6. Brunch, H. (1979). Island in the river: The anorexic adolescent in treatment. Adolescent Psychiatry, 7, 26-40.
7. Chatoor, I. (1999). Causes, symptoms, and effects of eating disorders: Child development as it relates to anorexia nervosa and bulimia nervosa. En R. Lemberg y L Cohn (Eds.). Eating disorders: A reference sourcebook (pp. 17-21). Phoenix, AZ: The Oryx Press.
8. Abramson, E. (2003). El comer emocional. Bilbao: Desclée de Brouwer.
9. Pascual, A., Etxebarria, I., Cruz, M.S. y Echeburúa, E. (2011). Las variables emocionales como factores de riesgo de los trastornos alimentarios. International Journal of Clinical and Health Psychology, 11(2), 229-247.