El desayuno
Es básico hacer la primera comida del día, el desayuno. Después de un ayuno, entre 6 y 8 horas de sueño, el cuerpo necesita energía y nutrientes, no solo de forma inmediata, sino para generar las reservas suficientes para realizar adecuadamente las actividades diarias. Así, el desayuno es una pieza clave en el ejercicio de cubrir nuestras necesidades nutricionales a lo largo del día.
Por ello, el desayuno debe representar aproximadamente entre un 20% y un 25% del total de la ingesta calórica diaria. Proporción que podemos dividir y repartir a lo largo de toda la mañana, por ejemplo: un 15% del desayuno se realiza en casa, y el 10% restante a media mañana en el trabajo.
La realidad de la cuestión
[custom_frame_right] [/custom_frame_right]Con todo, no nos engañemos, vivimos vidas ajetreadas con tempos milimetrados, y puede ocurrir que ciertos días no podamos realizar un buen desayuno (hasta el punto de considerar desayuno a una taza de café). Sin embargo, si esto se convierte en un hábito, todo nuestro desempeño cotidiano se ve reducido, al fin y al cabo, disponemos de menos “carburante” para realizar el mismo recorrido. Así, por ejemplo, se pueden producir estado de ánimo decaído, mal humor, falta de concentración, bajo rendimiento físico e intelectual, entre muchos otros.
Todo ello viene dado, en gran medida, por la falta de glucosa, nuestra principal fuente de energía. Desayunar (como cualquier ingesta) eleva los niveles de glucosa en sangre, y ayuda al cuerpo a funcionar con mayor efectividad. Por ello, a la hora de elaborar un buen desayuno sería conveniente tener en cuenta por un lado, los aspectos nutricionales (requerimientos, equilibrio y variedad) y por el otro, los aspectos sensoriales (sabores, colores y texturas)1.
Estas recomendaciones sobre el desayuno son adecuadas no sólo para niños2, adolescentes o deportistas, sino para todos, e incluso con mayor ahínco para aquellas personas que han decidido seguir una dieta para perder peso3.
Los nutrientes
Los dietistas-nutricionistas de IDOU consideran que los alimentos clave para un desayuno equilibrado y saludable deben incluir cantidades abundantes de:
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Hidratos de carbono: cubren las necesidades energéticas de nuestro organismo para realizar alguna actividad o para el mantenimiento de la homeostasis corporal. Por ejemplo: pan, tostadas, galletas, cereales, muesli, etc.
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Proteína: para cubrir las necesidades plásticas como la síntesis de estructuras celulares u orgánicas. Por ejemplo: derivados lácteos, jamón serrano, jamón dulce, atún, frutos secos, etc.
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Vitaminas y minerales: cubre las necesidades de regulación de los diferentes procesos ya sea a nivel celular u a nivel organísmico. Por ejemplo: fruta de temporada (pera, manzana, uva, etc.).
Aunque a veces pueda parecernos difícil, si afianzamos y cuidamos estos pequeños espacios de ingesta alimentaria, ganaremos en salud a corto y largo plazo. ¡Adelante, probadlo!
2. Calleja, A. (2011). Modificación de los hábitos alimentarios del almuerzo en una población escolar. Nutrición hospitalaria, 26(3), 560-565.
3. Martinez-Álvarez, J.R., Villarino, A., Iglesias-Rosado, C., De Arpe, C., Gómez-Candela, C. y Marrodán, M.D. (2010). Recomendaciones de alimentación para la población española. Nutrición clínica y hospitalaria, 30(1), 4-14.