Muchos expertos se están interesando en el impacto que las nuevas tecnologías están teniendo sobre el desarrollo de los adolescentes. Sin ir más lejos, esa misma era una de las dudas sugeridas en la entrevista de RAC1 en la que participó Héctor Fuster, psicólogo de Idou Psicología. Un estudio que se publicará en noviembre en el Jorunal of Adolescence arroja un poco de luz sobre estas dudas.
El estudio desarrollado en la Universidad de Washington, muestra que las nuevas tecnologías ayudan a los adolescentes a alcanzar ciertas metas del desarrollo, tales como la construcción del sentido de pertenencia o el desarrollo de relaciones significativas en las que compartir problemas personales. Sin embargo, el estudio también alude a ciertas cuestiones acerca de si la “conectividad digital” puede menoscabar el desarrollo de un “yo” autónomo.
Katie Davis, autora del estudio, bautiza a éste fenómeno como “Amistad 2.0” y, en sus propias palabras, comenta que: “lo que los adolescentes hacen hoy día es diferente de lo que hacían las generaciones previas a la era digital, pero se erige bajo las mismas necesidades del desarrollo. Lo esencial radica en que usan otras herramientas para satisfacer dichas necesidades”.
[custom_frame_right][/custom_frame_right]Davies encontró que más de la mitad de los participantes en el estudio compartían fotografías y etiquetaban a sus amigos, lo que a su vez les permitía hablar sobre esas experiencias y crear un sentido de cohesión grupal y de pertenencia. Por otro lado, el estudio muestra que 2 tercios de los participantes (en su mayoría chicas), entablaban conversaciones íntimas a través de éstas tecnologías. Dichas conversaciones incluían estados emocionales y dificultades vitales respecto a las que esperaban ayuda de sus amigos. Así mismo, los participantes refirieron que era más fácil compartir estas vivencias a través de medios digitales, y que escribir les ofrecía mayor control que el habla para expresar sus emociones.
Por último, los participantes consideraban que el estar conectado a todas horas y en cualquier lugar, no solo era conveniente, sino necesario para mantenerse “al día” y evitar sentirse aislados o al margen de las actividades de su círculo de amistades. Con todo, Davies alude a una pregunta que aun no ha recibido respuesta: bajo estas condiciones ¿pueden los adolescentes desarrollar un sentido del “yo” autónomo?
Katie Davis apunta que la conectividad constante puede reforzar el desarrollo de un “yo” orientado al exterior, es decir, un “yo” que necesita la afirmación constante de otros por encima del sentido autónomo de eficacia y valía. Con todo, estas sospechas aun no han sido probadas, y se tendrá que ver que tienen que aportar otros investigadores. Estudios recientes apuntan a que los adolescentes de hoy son la generación más empática que ha existido y no parece ser algo casual, sino algo potenciado por la era digital.
Lo que está claro es que la tecnología, como cualquier otro tipo de avance, tiene el potencial de ser usada de modo adaptativo o desadaptativo, y será necesario empezar a desarrollar el debate y el dialogo que permita potenciar los factores positivos y minimizar los negativos.